Es el momento de la entrevista posterior al partido en The Emirates. Y el técnico del Arsenal, Arsene Wenger, está molesto. Sí, su equipo ha perdido con un gol tardío de Danny Welbeck. Pero el francés no está contento con la afición del Arsenal.
Algunas secciones de la afición local abuchearon cuando el debutante Alex Oxlade-Chamberlain, que ayudó a crear el empate de Robin van Persie, fue retirado.
«He sido entrenador durante 30 años y he hecho 50.000 sustituciones. No tengo que justificar todas», respondió Wenger.
Es un momento desafiante en la carrera gerencial de Wenger. Hay muchas posibilidades de que el Arsenal termine fuera de los cuatro primeros y, por lo tanto, se pierda la clasificación de la Liga de Campeones crítica para las finanzas. Un resultado que galvanizará a esa sección del Arsenal que siente que el tiempo de Wenger al mando ha terminado.
Si bien la frustración es inevitable, ya que el Arsenal no logra tener un impacto en la cima de la Premier League, sin duda es el colmo de la falta de respeto abuchear abiertamente a Wenger. Durante su mandato, el Arsenal ha seguido practicando un estilo de fútbol exquisito, que les ha proporcionado una identidad clara y atractiva.
Tal vez no haya entregado los cubiertos que anhelan los fanáticos dependientes del éxito. Pero el viaje ha sido memorable.
Sin embargo, un área que Wenger no ha desarrollado es su equipo de gestión. A su lado a lo largo de su mandato ha estado el asistente del gerente Pat Rice y el entrenador tímido con los medios Boro Primorac. Compárese con Sir Alex Ferguson, que ha contratado a una variedad de asistentes y entrenadores en jefe, desde Brian Kidd hasta Steve McClaren, Archie Knox y Rene Meulensteen.
Este cambio de personal permite un flujo de nuevas ideas e influencias. Mantiene a los jugadores estimulados y en su temple. Y como estrategia de gestión y liderazgo, evita que las cosas se vuelvan demasiado familiares o obsoletas.
Quizás Wenger valora la lealtad por encima de todas las cualidades. Y así no cambiará aquellas cosas con las que se siente cómodo y asentado. Pero si tuviera que incorporar un nuevo equipo de administración, tal vez lo ayudaría a llevar su propia motivación a otro nivel. Y refrescar su pensamiento.
Los mejores líderes nunca tienen miedo al cambio. De cara suelen abrazarlo abierta y entusiastamente. Porque con el cambio viene el desarrollo y la progresión. Wenger aportó una frescura de enfoque al Arsenal cuando llegó de Japón. Prolongó las carreras de los jugadores mayores con sus estrategias dietéticas y de entrenamiento, que lo demostraron como un pensador imaginativo e innovador.
Pero eso fue entonces. Su liderazgo fue tomado y copiado por otros. La pregunta es ¿Wenger se ha mantenido un paso por delante del resto? Los resultados sugerirían lo contrario. Ningún líder puede hacerlo todo por sí mismo. Dependen de la calidad del equipo que tienen a su alrededor. ¿Y tal vez, es aquí, donde Wenger se ha quedado un poco corto?
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